Martillazos para encajar círculos en cuadrados

Con la pandemia, se nos presentó un nuevo desafío: ¿Cómo continuar enseñando sin la presencialidad? Los tecnólogos educativos y demás profesionales de todos los ámbitos de la educación tuvimos que replantearnos el concepto de educación a distancia y contemplarla como un modelo pedagógico-didáctico con sus propias reglas. Descubrimos que las técnicas pedagógicas efectivas en la presencialidad, no lo son en la educación a distancia. A muchos (en todos los niveles educativos, incluidos aquellos que forman Auditores Líderes en Normas ISO) les costó adaptarse, mostrándose reticentes a los cambios.

Diego Chiarenza

Diego Chiarenza

Líder de Tecnologías Educativas

Lic. en Tecnología Educativa
Auditor Líder ISO 9001 

Deben haber visto alguna vez esos juegos infantiles que consisten en colocar figuras geométricas en el hueco que les corresponde. Rápidamente, los niños y las niñas de muy corta edad entienden que no se puede colocar un cuadrado en el hueco del círculo, sencillamente porque no entra. Quizás, algunos insisten y hacen fuerza para introducirlo, pero terminan rompiendo la figura o el hueco. Entonces, aprenden la lección: cada figura tiene sus propias características.

Los mayores errores y fracasos de las propuestas de educación a distancia se cometen cuando se desea hacer en la virtualidad lo mismo que se hace en la presencialidad: siguiendo la metáfora, cuando se quiere meter a martillazos la figura de un cuadrado en el hueco de un círculo.

En mayo de este año, la Facultad Regional Concepción del Uruguay de la Universidad Tecnológica Nacional me convocó para brindar un curso de inducción sobre buenas prácticas educativas en el contexto de la pandemia. Quise comenzar la presentación con un meme, y lo que se me ocurrió fue esto:

La mítica imagen de la tremendísima piña que le dio Floyd Mayweather a Conor McGregor me sirvió para expresar lo que siento cuando pienso en lo que tuvo que enfrentar la educación cuando llegó la pandemia de Covid-19.

En Argentina, el Poder Ejecutivo Nacional decretó el 12 de marzo del 2020 el aislamiento obligatorio en todo el territorio nacional. A raíz de esta medida, el Ministerio de Educación de la Nación debió hacer lo suyo, y por la Resolución 108/20 del 15 de marzo del 2020 se suspendió el dictado de clases presenciales en todo el territorio nacional y en todos los niveles educativos.

En principio, las medidas gubernamentales parecían ser momentáneas. Suponíamos que el aislamiento obligatorio y la suspensión de la presencialidad en la educación serían de corto plazo. Pero la enfermedad avanzaba cada vez más, las estadísticas de contagiados y fallecidos mostraban la gravedad de los sucesos, y lo que parecía que serían cuestiones de pocas semanas, terminaron siendo de meses, y ya lleva un año y medio.

Mientras todo esto sucedía, quienes somos parte integrante en primera persona y profesionales reflexivos de la educación en diferentes ambientes, particularmente los tecnólogos educativos, nos planteábamos: 1) Cómo nos encontraba preparados este tremendo impacto para el sistema educativo formal y no formal y 2) qué debíamos plantear y hacer para salir lo más airosos posible de la piña que nos estaba dando “Floyd Pandemia”.

La respuesta a la primera pregunta era casi obvia, la pandemia nos encontraba muy mal parados y con la guardia baja: sumamente dependientes de la presencialidad, con un muy bajo índice de uso efectivo, crítico y creativo de las tecnologías, con un Programa “Conectar Igualdad” (en las escuelas) desactivado hacía más de tres años (es decir, sin dispositivos informáticos en mano de los estudiantes y docentes), con una crisis económica de más de tres años y un sector productivo y corporativo muy golpeado, lo que repercutía en el bajo acceso a tecnologías informáticas por parte de las organizaciones y de los empleados, entre otras cuestiones.

Bueno, para qué seguir revolviendo heridas… con lo mencionado es suficiente para entender que la piña que recibimos, además de ser tremenda por su fortaleza, era más tremenda aún por el mal estado en el que nos encontraba. La segunda pregunta te la respondo en el siguiente apartado…

Batalla planteada: educación a la distancia

Los GIFs animados son otra moda de la cibercultura. Estas imágenes en movimiento repetitivo, de pocos segundos de duración, relatan una expresión, un mensaje corto o una sensación. Vuelvo sobre aquel viejo dicho popular “una imagen dice más que mil palabras”. Esta vez, quiero mostrar las sensaciones generadas en la mayor parte de los actores de ambientes educativos cuando tuvieron que entender que era el tiempo de la educación a distancia mediada por las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC).

Angustia, desesperación, rechazo, indiferencia, tristeza, preocupación… todas estas sensaciones y muchas más fueron el resultado de la desaparición absoluta de la presencialidad en los ambientes de educación durante los primeros tiempos de la pandemia.

Con la pandemia, todos los procesos educativos se vieron afectados por la suspensión de la presencialidad. Los ambientes educativos, ya sean de la educación formal -escuelas y universidades- como de la educación no formal -formación profesional, corporativa, de organismos intermedios y otros- debieron tomar decisiones de urgencia y contingencia para dar continuidad pedagógica y seguir brindando sus servicios de enseñanza. 

Al transcurrir el tiempo de la pandemia, en los ambientes educativos se vieron dos etapas, marcadas en la forma de hacer frente a la suspensión de la presencialidad y la transferencia a la educación a distancia:
1) Mareados y desorientados por la piña, nos caímos al piso y empezamos a tratar de levantarnos dando manotazos a lo loco en un intento de “hacemos lo que podemos, con lo poco que tenemos y lo poco que sabemos”. Esta etapa se llevó casi todo el año 2020 con algunos resultados buenos y experiencias exitosas, pero la mayoría fue ‘ensayo y error’… mucho error.
2) Entre medio del mareo, escuchamos que el referee aún no había llegado a contar hasta diez, y nos despabilamos un poco. Sabemos que queda energía, mucha técnica por poner en juego y no nos queremos dejar vencer. Nos paramos antes del Knockout y seguimos peleando, tratando de poner en práctica gran parte de lo que le debíamos a la educación por el delay de las tecnologías educativas.

Volviendo a la metáfora de los círculos y los cuadrados, puedo contarles sobre un ejemplo: la formación de Auditores Líder en normas ISO que ofrecen algunas organizaciones en Argentina. Durante los tiempos de presencialidad, planteaban un producto de enseñanza que ya gozaba de su aspereza con agotadoras cinco jornadas seguidas (lunes a viernes) de más de ocho horas con algunos intervalos. Cuando tuvieron que pasar a la educación a distancia, transformaron esa propuesta de formación en seis jornadas (divididas en dos grupos de tres: miércoles, jueves y viernes de dos semanas seguidas) de videoconferencia de ocho horas con algunos intervalos.

Claramente, no se tuvo en cuenta que la capacidad de atención que tiene una persona en la presencialidad es muy diferente a la que se puede lograr en la virtualidad frente a un monitor. Sumado a esto se realizaban exactamente las mismas actividades, otra forma de menospreciar la didáctica de la virtualidad. Y hablando de formación de Auditores Líderes, virtualidad e innovación, algún día les contaré más en detalle sobre mi experiencia liderando la propuesta tecnopedagógica para los cursos de BCI Check. Eso lo dejamos para otro artículo.  

La educación a distancia mediada por TIC tiene sus propias características, sus propias reglas, sus modelos didácticos que son muy distintos a la didáctica de la presencialidad. Existe una pedagogía de la virtualidad y es importante conocerla para proponer espacios formativos de educación a distancia. Muchos aspectos de la educación a distancia son propios de la cibercultura: la forma de leer en pantalla, los tiempos de reacción, la capacidad de atención, el manejo de la multimedialidad y la multialfabetización de los usuarios, el acceso a la información y su tratamiento para el aprendizaje, la comunicación y las interacciones sincrónicas o asincrónicas con las actividades, los tutores o los compañeros.

El 2021 fue una etapa de reflexionar, aprender, buscar, intentar, mejorar, trascender los problemas coyunturales para pensar a la educación a distancia como un modelo pedagógico-didáctico con sus propias reglas, que debíamos entenderlas y jugar su juego.

Aparecieron educadores especialistas en elearning y tecnólogos educativos para brindar herramientas tecno-pedagógicas de todo tipo y color, con la idea de hacer frente a los embates del desconocimiento pedagógico-didáctico, tecnológico y técnico.

Quienes los escucharon e implementaron modelos tecno-pedagógicos basados en las realidades y las necesidades de educación, formación y capacitación particulares de cada espacio y organización, y con una sustancial impronta de una didáctica de la virtualidad, pudieron adaptarse y lograron muy buenos productos de enseñanza para generar muy buenos logros en los aprendizajes.

Quienes no se dejaron orientar y asesorar por los profesionales de las tecnologías educativas, ofrecieron -y siguen ofreciendo- productos de enseñanza defectuosos, con la consecuente pérdida de su potencial para el aprendizaje.

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